 | Samantha_Katherina |
| | Hola mis bellas Divas!!!
He aquí la primera entrega de Bel Canto
Espero que la disfruten tal como lo hice yo al escribirla.
Besos!!!
Por Samantha Katherina
PREFACIO Algunas personas son tan predecibles que podemos pronosticar con suficiente antelación cual será su conducta en un momento dado, aquellas cosas que les gustan y les disgustan dependiendo de su estado de ánimo, si todo cuanto dicen es verdad o si, por el contrario, nos están tomando el pelo.Sin embargo, es muy cierto que nunca terminamos de conocer realmente a una persona, jamás sabremos cómo van a reaccionar ante situaciones tan típicas de la vida, o inclusive las más extrañas… y es que eso es lo fascinante del ser humano: aún desconocemos de lo que es realmente capaz.
Si así son las cosas, ¿cómo se puede reaccionar ante el desenlace inesperado de una lucha constante por alcanzar lo que deseas, y perdiste? Tus armas están gastadas, tu cuerpo y tu mente están exhaustos, y al final la esperanza desapareció, porque todo aquello por lo que diste tu vida ha quedado deshecho… ¿Qué harías?
Por más que ciertos desenlaces sean inevitables, no podemos dejar de lamentarnos, porque algunas cosas nunca debieron cambiar… CAPITULO I
(Primera Parte) La puerta de la cabaña se cerro de golpe ante el azote del viento; la lámpara que colgaba del techo crujió furiosa amenazando con apagarse. Hacía mucho tiempo que aquel bosque no era víctima de semejantes vientos. Aunque el invierno se acercaba, el frío se habría apoderado tempranamente de aquel lugar, y es que la brusca inclinación del eje de la Tierra a causa de los últimos terremotos que destruyeron ciudades enteras y acabaron con miles de vidas, así como el aumento del calentamiento en la atmosfera, habían provocado un clima tan inestable y tan variable que era imposible de pronosticar. En ese preciso momento era más que evidente que el invierno se había adelantado por lo menos unos quince días con respecto al año pasado, y lo que era peor: iba a ser un invierto bastante duro.
Las fuertes pisadas que invadieron la cabaña se dirigieron a asegurar rápidamente el cerrojo de la puerta de madera, y de seguido avanzar hasta el fondo de la pequeña sala y quitar la pesada cadena que aseguraba la entrada a un pequeño cuartito. Al entrar y encender una lámpara a batería, un concierto de bel cantos y silbidos se apoderaron del lugar: pequeñas aves, canarios de todos los colores, diversas especies de gorriones y ruiseñores sacudían sus alas buscando liberarse de aquellas jaulas que les privaban de su libertad, sus trinares parecían gritos desgarradores ante la presencia de aquella figura humana de aspecto grotesco y levemente encorvado a quien parecían reconocer… y temer…
- Ahhhhh!!! Qué hermoso cantan criaturas!!!!!- dijo, al tiempo que colocaba sobre una tabla horizontal junto a la pared otra pequeña jaula con más prisioneros; esta vez se trataba de un Canario Cobre y un Bisbita Ribereño, quienes aún permanecían inmóviles, con su delicado plumaje abultado a consecuencia de su reciente cautiverio.
- No teman mis dulces criaturas – les dijo – para todo hay un propósito, y el de ustedes, es muy noble.
Fijó su mirada en las pequeñas aves, y en ese preciso momento reaccionó el Bisbita Ribereño, dejando escapar de su garganta un pitido agudo con notas dobles, que terminó con un trino vibratorio.
***
Hacía ya dos meses que el invierno azotaba cruelmente al hemisferio norte, torrenciales nevadas castigaban a las grandes ciudades y pequeños pueblos por igual, calles congeladas que tuvieron que ser cerradas, así como aeropuertos que clausuraron sus vuelos debido a las fuertes nevadas. Los noticieros etiquetaron la situación como el peor invierno en los últimos cuarenta años. Por otro lado, los países del hemisferio sur se habían declarado en emergencia ante las incesantes lluvias que habían dejado a cientos de familias sin hogar, tras un diluvio que parecía no acabar.
- “Las autoridades de los aeropuertos del sur de Canadá están ideando un nuevo horario de vuelos que permita solamente aviones pequeños para labores de emergencia, sin embargo, los aeropuertos de Montreal, Vancouver y Ottawa siguen cerrados…”
- ¡Basta! – Dijo David Miller apagando el enorme televisor de plasma que se encontraba al costado de living de la suite. Visiblemente enfadado caminó hasta la mesa de centro y se sentó frente a su colega Carlos Marín, quien desde hace rato le esperaba para comenzar su partida de naipes.
-Tómatelo con calma David – le dijo Carlos con voz serena – podría ser peor.
- ¿Peor? – Respondió Miller haciendo un gran esfuerzo por parecer menos enojado de lo que realmente estaba – Carlos, ¡Estamos varados en Canadá! Desde ayer ya deberíamos estar en Londres.
- Pero estamos cómodos, ¿no te parece? Tenemos buena comida, buen vino… Si estuviéramos varados en China estaríamos comiendo saltamontes.
Miller mostró una leve sonrisa ante el chiste de Marín.
-Los saltamontes no saben tan mal.
-Habla por ti. La última vez no me bastó con cepillarme los dientes, gaste casi un metro en hilo dental.
Esta vez, Carlos sí logró arrancarle a David una sonora carcajada, mientras que al extremo derecho del living alguien les pidió silencio.
-Shhhhhhhh!!!! Por favor caballeros! Intento hablar con mis hijos.
Sebastien Izambard conversaba juguetonamente con sus hijos quienes se encontraban con su madre al otro extremo del planeta. Llevaba tres semanas sin verlos, pero las largas charlas a través de su mini laptop hacía que los sintiera presentes. La resolución del sonido no era muy buena a pesar de los auriculares, pero la web cam le permitía verlos junto a su madre jugueteando entre sí ante el computador.
- Rosa, mi niña, te ha crecido el cabello, y tu Luca, luces más fuerte!... Jajaja…. Háganme un favor denle un beso a mamá por mí… ¡si ahora!... jajaja… te amo mi amor… Jude!! No dejas de crecer y crecer…
Carlos y David no pudieron evitar sonreír al ver esa escena. Su compañero Sebastien parecía absorto y aislado del mundo, sumergido en una dicha que en ese momento sólo le pertenecía a él. Carlos contempló fijamente el rostro de su amigo y transportó esa imagen a su propio anhelo: Deseaba fervientemente tener hijos, ¿Cómo sería estar en el lugar de Sebastien? ¿Si fuera él quien estuviera compartiendo con sus hijos… y con su esposa? Hace unos pocos años atrás su deseo pudo haberse materializado pero…
-¡Hey! – El llamado de David sacó a Carlos de sus pensamientos y le hizo dirigir su atención al extremo izquierdo del living. Allí, sentado en un sillón, se encontraba su otro compañero, Urs Bühler, hablando por su teléfono celular y con su cabeza apoyada en su mano izquierda, los ojos cerrados con expresión de frustración, estampa que contrastaba notoriamente con la felicidad que irradiaba Izambard.
- Sí, sé que está dormida… ¡pero vamos! No hablo con ella desde el día de navidad… ¿qué te cuesta despertarla solo un momento?... Entonces al menos acércale el teléfono a su oído, tal vez en sus sueños pueda oírme…
No transcurrió más de un minuto cuando Bühler colgó el teléfono, tomó una profunda respiración que denotaba que su conversación anterior no había terminado de muy buena manera. Se levantó del sillón y caminó despacio hasta la mesa de centro y la compartió con Carlos y David, quienes intercambiaron las típicas miradas de los que dicen: “¿Quién va a hablar con él esta vez? Yo no… Tú… Sí tú”.
Al cabo de unos segundos, Carlos comprendió que era su turno, así que tragó saliva y se dispuso a decir:
-Urs, mira, yo creo que…
-Carlos, no. – Le interrumpió este con una voz entrecortada y haciendo un ademán - Gracias, pero no. – Tomó otra respiración y esta vez levantando su mirada – Y bien, ¿van a repartir o van a esperar a que deje de nevar?
Carlos se encogió de hombros, cortó el mazo y se dispuso a repartir las cartas. Había sido un día largo y todavía no había terminado, pues solo estaban allí aguardando para cumplir su último compromiso laboral de aquel día.
La llegada a Vancouver de Carlos Marín, Urs Buhler, David Miller y Sebastien Izambard, había sido la noticia de la semana en esa ciudad. Cuatro caballeros que conformaban un cuarteto musical poco común. Hacia unos pocos años un empresario musical llamado Simon Cowell decidió llevar a cabo un alocado experimento: Fusionar la música popular con el bel canto operístico; para ello realizó una ardua selección entre cientos de aspirantes, que habían sido convocados a participar en varias audiciones alrededor del mundo, las cuales se desarrollaron al estilo tradicional al que una compañía de teatro busca cantantes líricos para participar en una obra musical. Tal y como dice el argot popular, fueron muchos los convocados, pero sólo cuatro los elegidos: Carlos Marín de España, Urs Bühler de Suiza, David Miller de Estados Unidos de América y Sebastien Izambard de Francia. Se les conocía juntos como “Il Divo”: una mezcla de poderosas voces y vidas distintas, cada uno de ellos con una historia que contar.
-¡ Deja de contar las cartas David! – reclamó Carlos – ¡Ya ni siquiera disimulas!
- Es cierto Dave, - le secundó Urs- Ya no es gracioso.
-¿Qué estoy contando las cartas? Sólo porque se jugar mejor que ustedes no quiere decir que haga trampa.
- ¿Quieres saber lo que es jugar en serio? – le reto Carlos colocando el mazo frente a Miller – reparte.
Al cabo de dos minutos Carlos sorprendió a sus compañeros mostrando en sus cartas una escalera real.
-¿Qué diablos…
-Jajajajajaja – rió Búhler – Parece que no eres el único que sabe hacer trampa David, jajajaja
La risa de los tres jugadores invadió la habitación, al tiempo que un caballero de impecable apariencia y traje gris plomo les pidió su atención:
-Disculpen caballeros. Es hora.
De manera mecánica, dejaron las cartas sobre la mesa. Tomaron cada uno su saco, al igual que Sebastien quien se despidió rápidamente de su familia. Guiados por el personal a cargo, abordaron el ascensor privado de la suite y bajaron al estacionamiento del Opus Hotel Vancouver.
CONTINUARA...
Es todo por hoy! Espero sus comentarios! Recuerden que esto apenas está comenzando!!!!
Besos!!!
Samantha Katherina*
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