| Samantha_Katherina |
| | Hola Divas!!!
Seguramente pensaron que luego de mi cumpleaños seguiría la fiesta y no subiría el capítulo hoy ¿verdad? Pues les digo que tienen razón, la fiesta sigue jajajaja. Pero aquí estoy como niña buena y responsable cumpliendo con mi deber, un poquito tarde, pero aún a tiempo jejeje.
He aquí la última parte del capítulo I.
Disfrútenlo!!!!
Samantha Katherina*
CAPITULO I (Tercera Parte)
El comité organizador del evento de la Dreams Foundation no quería escándalos, tampoco permitiría que semejante broma de mal gusto fuera reseñada por la prensa; pero por tratarse de unos invitados de renombre y del hecho que implicaba que alguien había logrado acceder a unos camerinos que se suponían perfectamente custodiados, decidieron llamar a la policía. Buhler y Miller se habían cambiado su ropa manchada por unas camisas informales que sus asistentes, siempre eficientes, les habían facilitado.
En el pequeño camerino desfilaban los agentes de la policía, interrogando a cada uno del equipo de Il Divo: guardaespaldas, maquillistas, asistentes... nadie había visto nada. Los pasillos que conducían a las estancias estuvieron todo el tiempo transitados tanto por los artistas que se presentaron esa noche como por el personal de su equipo, así como también los voluntarios en la organización del evento que no descansaron un solo minuto durante todo el espectáculo; extrañamente, las dos cámaras de seguridad que vigilaban el pasillo que se encontraba frente a la puerta del Camerino de Il Divo dejaron de funcionar media hora antes de la presentación del cuarteto, lo que hacía parecer que, en efecto, todo había sido planeado cuidadosamente… o quizás se trataba de una gran casualidad.
Izambard observaba atento como los agentes de policía bajaban con cuidado del cielo raso a la desafortunada ave para ser colocada en cadena de custodia.
-Señores agentes, - agregó el francés – quizás les interese; yo vi a esta ave volar muy cerca del techo del domo esta noche durante nuestra presentación.
Los dos agentes que aun tenían al ave muerta en sus manos le miraron con curiosidad.
-Si eso fuera cierto, ¿cómo explicaría que ahora esa misma ave está muerta colgada del cielo raso de su camerino? - La voz del agente no solo sonaba irónica, sino también burlona.
-Señor, yo solo quiero ayudar…
-Sebastien, deja a los caballeros hacer su trabajo – le interrumpió Marín pasando su brazo alrededor de los hombros de su compañero y alejándolo de los agentes – No comiences con tus teorías raras, fue una broma de mal gusto y ya. Tal vez no es el único cuervo en este recinto.
-Carlos es que…
-Shhhh!!! Basta!!
Buhler y Miller miraban el trabajo de la policía. Semejante escena no solo les asqueaba sino también les inquietaba, al pensar que solo un enfermo podía haberle hecho algo así a ese pobre animal.
-¿Tú qué crees Urs? ¿Podría ser un fanático o tal vez alguien intentando sabotear el evento?
- No sé qué pensar Dave, Primera vez en mi vida que veo algo así. Pero no creo que sea directamente con nosotros, porque jamás nos habían atacado de esta manera. Tal vez sea algún bromista al que se le pasó la mano.
- ¡Menuda broma esta! Me gustaría saber a quién se le ocurre criar cuervos… - Su teléfono celular comenzó a sonar – Es… Sarah!!! Dios! Con este desastre olvide telefonearla, seguramente acaba de terminar su presentación!.
- Te aconsejo que no le digas nada de esto. Se preocupará sin necesidad.
- ¡Tranquilo Man! No pienso hacerlo. – Tomo su teléfono celular y caminó unos pasos alejándose de los presentes- Hola Preciosa!! ¿Cómo estás? Acabamos de salir de nuestra presentación e iba a llamarte. ¿Cómo te fue?
“¡Hola Bello!!! – la voz de la chica estaba llena de emoción – ¡Todo fue un éxito! No sé por cuánto tiempo aplaudieron de pie ¡Aún siento la adrenalina!
David siguió conversando con su esposa olvidándose por completo de la escena que estaba presenciando. Mientras tanto, los agentes revisaban con guantes tomando muestras de posibles huellas y rastros en la puerta de entrada del camerino que, al parecer, ni siquiera había sido forzada. Un hombre de abrigo gris y rostro sereno colocó su mano sobre el hombro de uno de los agentes quien se encontraba en cuclillas buscando rastros en la cerradura , se inclinó sobre este hablándole en voz baja, al parecer le daba instrucciones, a lo que el joven agente respondió con un “¡Sí, Señor!”. Era un hombre alto y de contextura atlética a pesar de ser de mediana edad. Con pasos firmes se dirigió hacia donde se encontraban Marín e Izambard; Bühler, por alguna razón, percibió que este sujeto estaba al mando, por lo que se puso de pie y se dirigió hasta donde se encontraban sus compañeros.
-Buenas Noches. Soy el Sargento Paul Mason, detective de la Policía de Vancouver.
-Buenas noches, mucho gusto – respondieron casi al unísono.
- Lamento lo ocurrido. – continuo el detective - Quizás les parezca tediosa la pregunta pero… ¿Vieron a alguna persona con actitud sospechosa en las inmediaciones del camerino? ¿O, tienen alguna idea de quién pudo haber hecho esto?
- Yo solo vi a este pájaro volar durante nuestra presentación – se apresuró a responder Sebastien, ante la mirada resignada de Carlos, quien al parecer aun no creía en la visión de su compañero. Sin embargo, fue una tenue carcajada la que se pudo escuchar por parte de uno de los agentes que trabajaban con la puerta.
-Estas celebridades – murmuró el agente- creen que se las saben todas…
-Estábamos a punto de terminar la canción, -Continuo Sebastien quien a pesar e haber escuchado claramente el comentario hizo caso omiso del mismo- cuando vi a este pájaro, o a uno igual a este sobre una de las vigas del domo, y luego alzo vuelo hasta las gradas superiores frente a nosotros.
Mason alzo una ceja y caminó hasta la mesa en donde los agentes habían colocado en una bolsa de resguardo al ave muerta. Aún no estaba sellada. De su grueso abrigo saco un pequeño portafolio de unos 20 centímetros de largo y saco de su interior unos guantes y una pequeñas pinzas. Los tres cantantes se miraron consternados.
-“Vaya! Este hombre sí que está preparado!”- Fueron sus pensamientos
El Sargento sacó con cuidado a la ave, toco uno de los muslos y acarició su negro plumaje.
-Matar a un pájaro no lleva más de un minuto. –Agregó Mason- Pero este no murió hoy.
Ante las interrogativas miradas de los tres caballeros el detective continuó con sus apreciaciones, muy seguro, como si se encontrara en un aula de clases rodeado por unos curiosos estudiantes.
-En las aves –explicó- no son muy marcados los cambios después de su muerte, después de esta no hay maduración ni mucho menos descomposición. Cuando las aves son para el consumo humano se recomienda congelarla a cero grados centígrados durante doce a catorce horas. Sin embargo, aún existe discusión sobre si se congelan inmediatamente después del sacrificio o después de la maduración, ya que, el grado de este no ejerce influencia alguna en la calidad de la carne congelada.
Con sumo cuidado, palpó el cuerpo del animal con ambas manos y continuó:
-Vean esto, está en excelente estado, “fresco” diríamos. No hay rigidez post morten. Si hay una congelación rápida después del sacrificio, se consigue parar la glicólisis, con pH y ATP altos, esto es bueno pues la capacidad de retención de agua es alta y además si no se ha conseguido el rigor mortis la conservación es tierna. Pero observen como el plumaje está seco, sin embargo, tiene un brillo aceitoso; indica la presencia de humedad. Me atrevo a asegurar que esta ave fue muerta hace poco más de 24 horas, luego fue congelada en agua antes de su maduración y recientemente descongelada con agua a temperatura ambiente, así conserva su “frescura” sin presentar rigidez. De todas formas, el forense dará el fallo.
Bühler, Izambard y Marín miraron con atención al ave cual si fuera un experimento de laboratorio. Momentáneamente mudos ante la sapiensa de Mason, quien por lo visto tenía mucha más experiencia en el área que la que ellos suponían, asintieron convencidos ante la explicación. Solo Bühler busco romper el pequeño silencio:
-Carlos, tú que siempre tienes una explicación para todo, deberías tomar nota de esto. Cuando te pregunten qué fue lo que pasó aquí ya tendrás la respuesta.
Izambard se rió por lo bajo, a diferencia de Marín, quien detestaba ese tipo de bromas, las consideraba pesadas.
-Lo que quiere decir Señor Izambard, que el Ave que Usted pudo haber visto en el domo no sea esta. –Mason se inclinó meticulosamente para seguir analizando al cuervo- lo que aún me intriga, es la sangre tan abundante y espesa, es como si estuviera mezclada con otra cosa.
Seguidamente, con la pequeña pinza que conservaba en su mano derecha abrió un poco más el pico del cuervo. Algo sobresalía ligeramente, lo extrajo con sumo cuidado. Se trataba de una pequeña bolsa de unos cuatro centímetros de largo, tan frágil que a pesar de la delicadeza de Mason al manipularla esta se rompió, dejando al descubierto su contenido: se trataba de un líquido espeso de color verde. De inmediato una extraña fragancia inundó el lugar.
-¿Qué es…? - dijo Izambard - ¿Qué es eso?
-Una pequeña bolsita depositada en la garganta del cuervo – explicó Mason – Contenía una sustancia que por el olor, debe ser muy concentrada.
El extraño y particular aroma no era del todo desagradable. Los presentes lo percibieron como una mezcla de hojas verdes, parecida al aroma que desprende el té de menta. Sin embargo, no en todos surtió el mismo efecto.
-Ese olor… - Como si fueran diminutas esporas, Bühler sintió como este aroma penetraba a través de sus fosas nasales ocasionándole un incómodo cosquilleo, hasta llegar a sus ramificaciones nerviosas. – es como el de… ¡Hauch!
El estornudo de Bühler puso en alerta a Marín, a quien ese olor le parecía conocido, lo había sentido antes, solo que de una forma más tenue, en aquella ocasión casi imperceptible. De inmediato ambos intercambiaron sus miradas espantados… el mismo pensamiento:
-“¡El chofer!”
En un extremo del camerino Miller aun conversaba con su esposa, ausente de lo ocurría a sus espaldas.
-¡Qué bueno que todo salió bien! ¡Estoy orgulloso de ti preciosa!!!
-“Me hubiese encantado que estuvieras aquí, te extrañe de veras”
-Yo también Mi Vida. Pero puedes estar segura que yo estaba allí contigo, porque no he dejado de pensar en ti durante todo el día.
-“Jajajaja, ¡Sí claro! Conozco a las fans canadienses, así que no te creo mentirosillo. Jejejeje”.
-Pues…. Sí, lo confieso, pero todas se me parecían a ti!!! Jajaja.
-“En especial, David, quiero darte las gracias por el detalle que tuviste al enviarme este regalo, lo tengo ante mí. Te llamé porque me dispongo a abrirlo.
Miller no comprendió.
-¿De qué hablas Sarah?
-“El regalo que me enviaste. Estaba en mi camerino cuando regresé”.
-Sarah… yo no te he enviado ningún regalo.
-“Pero… -esta vez era Sarah la que no comprendía – tiene una tarjeta; dice Para mi Amada Mimí, sólo tú me llamas así, además es tu letra y tiene tu firma. ¿Sabes qué? No importa, lo abriré y veremos de qué se trata”.
Miller había comenzado a percibir el botánico aroma que inundó el lugar, volteo a ver a sus compañeros y vio a un hombre de saco gris que revisaba al ave y conversaba con Marín quien parecía agitado al tiempo que Izambard fue tras Bühler, este había salido rápidamente del camerino tapándose la mitad de la cara con un pañuelo y estornudando sin cesar. Sin duda alguna algo no andaba bien. Un frío le recorrió la espalda.
-Sarah, no creo que sea una buena idea, no vayas a abr…
-“¡Oh por Diooooosssss!!!!!!” Un aterrador grito de Sarah fue lo que pudo escuchar Miller al otro lado del auricular.
-¡Sarah! ¡Sarah! ¿Qué sucede? ¡Saraaahhhh!
Ante la alarma de Miller, Mason se le acercó rápidamente.
-¿Qué pasa? – preguntó
-Mi esposa Sarah, recibió algo… un paquete... ¡no sé! ¡Algo la asustó!
Sin pedir permiso siquiera, Mason le arrebató al Miller el teléfono de las manos.
-¡Hey! ¿Qué hace..?
-¡Señora Miller! ¡Señora Miller! ¿Me escucha?
Al otro lado del auricular, Sarah había dejado caer el teléfono al suelo debido a la impresión, al igual que una pequeña caja cuadrada de unos treinta centímetros cada lado y diez de grosor. Estaba forrada en terciopelo azul, con un delicado laso en cinta plateada y una tarjeta en donde se leía en letra manuscrita:
Para Mi Amada Mimí Con Amor David
-“Señora Miller, por favor responda”
Sarah podía escuchar aquella voz desconocida al teléfono, reaccionando, con manos temblorosas tomó el aparato.
-¿Si? – respondió al fin Sarah con la voz quebrada.
-“Señora Miller, ¿Está usted bien?”
-¿Quién es usted?
-“Soy el Sargento Paul Mason de la Policía de Vancouver, dígame que…”
-¿Policía? Q…Qué policía… ¿Po… por qué está con mi esposo?... Q… qué pasa… Da… ¡David! ¿Dónde está David? … -Sarah estaba hecha un manojo de nervios.
-“Señora Miller, su esposo está aquí conmigo, él está bien, pero lo ha dejado muy preocupado.” – Al otro lado, David luchaba contra su angustia y no arrebatarle el teléfono al detective.
-¿Cómo que bien? ¡Qué hace un policía junto a mi marido!
-“Tranquilicese por favor; formo parte del equipo de seguridad de su esposo y sus compañeros para el evento de hoy – esa mentira podría tranquilizarla - Ibamos a retirarnos cuando usted llamó. Digame ¿que pasó?”
Sarah tragó saliva.
-“Hagamos algo, quiero que cierre los ojos, respire profundo y cuente hasta diez, ¿Bien?
Sarah hizo lo propio. La voz de aquel hombre era serena y relajante, tranquilizadora. Le inspiró confianza.
-Es… la caja de regalo –dijo por fin.
-“¿Caja de regalo?” ¿Cuál caja de regalo?
-Tiene una nota de parte de mi David, pero él me acaba de decir que no la envió y que no sabe nada de ella.
-“¿Abrió usted la caja?
-Sss… Sí.
-“Tranquila, Señora Miller – Mason con su voz suave y aterciopelada buscaba que Sarah se mantuviera calmada – Nada puede dañarla, sólo dígame que contiene la caja”.
Tras unos segundos que se hicieron eternos la chica respondió:
-Plumas… de pájaros… muchas plumas… demasiadas…
-“¿Sólo eso? ¿Plumas? ¿Hay algo más?”
- Sólo veo plumas, de… de muchos colores. No me pida que revise la caja, no lo hare…
-“No se preocupe, no tiene que hacerlo si no quiere. Mire, todo está bien. ¿En dónde está usted?”
- En el “Her Majesty´s Teathre”, en Londres , mire… no se si es importante, pero… huele a clorofila.
-“¿Qué?” – Eso no le gustó nada a Mason.
- Si es como el olor a la clorofila, lo sé porque bebo un jarabe de clorofila para mi dieta y… es muy parecido… Cuando entre al camerino había un olor muy tenue, pero ahora toda la habitación está impregnada con ese olor. Supongo que fue luego de abrir la caja.
-“Muy bien, no se preocupe, eso no tiene importancia. Vea, yo mismo me pondré en contacto e irán a buscar esa caja de inmediato. ¿Está más tranquila?”
-Sí, gracias. Es usted… es usted muy amable.
-“Estoy para servirle mi Señora, ahora le comunico con David” – Mason le entregó el teléfono a Miller quien había escuchado toda la conversación, no sin antes decirle en voz baja- Recuerde no decirle nada de lo que ocurrió aquí. Yo me encargo de todo.
-Sarah… preciosa… todo está bien ahora – Miller hablaba despacio, conocía muy bien a su esposa.- Sólo trata de no pensar en esa caja. Ya escuchaste al detec… a Mason. Ve a casa.
Miller y Sarah conversaron por unos pocos minutos más. Lo suficiente para que ella accediera a abandonar el lugar y marcharse a la residencia temporal que ambos tenían en Londres, y que él, por su parte, tuviera la certeza que ella estaba a salvo. Al finalizar, David se dio cuenta que todos habían salido del camerino, a excepción de un par de agentes quienes terminaban de recoger el pequeño equipo con las muestras; ya se habían llevado al cuervo, por lo que el aroma a hiervas se había disipado. Al preguntar por sus colegas, estos le informaron que se encontraban en el pasillo.
Al salir y encontrarlos, noto la preocupación en el rostro de Mason, quien daba órdenes a alguien por teléfono.
-…¡No! Debe ser ahora, busquen esa caja y la analizan esta misma noche. Está vinculada con este caso en Vancouver. Quiero esos resultados a mi correo electrónico mañana en la mañana… - Colgando el teléfono le hablo a uno de sus agentes – Quiero que ahora mismo encuentren al chofer de la Hummer en la que viajaron Bühler y Marín. ¡Búsquenlo debajo de la nieve si es preciso!
Miller encontró a sus amigos a medio pasillo, ya todos los demás, tanto artistas como voluntarios se habían marchado, sólo ellos, su equipo, y la policía permanecían en le BC Place Stadium. Carlos estaba pensativo, demasiado serio para lo normal; Sebastien se frotaba el entrecejo, todo aquel asunto le había provocado un terrible dolor de cabeza, Urs aún conservaba el pañuelo en su mano, la congestión había pasado pero sus ojos estaban enrojecidos producto de la reciente crisis de alergia.
-Mason nos contó rápidamente lo que pasó con Sarah – le dijo Marín a David - ¿Cómo está ella?
-Asustada – respondió – Ella… ya lo saben ella…
-Siente repulsión por las plumas sueltas –le completó Bühler con voz ronca, su garganta también estaba irritada – No le tiene fobia a las aves, pero sí a las plumas sueltas cuando estas son muy abundantes. Le ocurre desde niña, ella misma nos lo dijo una vez.
-Así es. – Miller estaba consternado – Urs, ¿desde cuando eres alérgico a… lo que sea que produzca ese olor?
- ¡No lo sé! – respondió – Jamás en la vida me había pasado algo semejante. Es cierto que tengo sensibilidad a los olores muy fuertes, pero nunca me había afectado de esta manera – frotó sus ojos.
- Parece que alguien sí lo sabe, y muy bien – agregó Marín – y también sabía la repulsión de Sarah hacia las plumas, incluso falsificaron la firma de David, y también sabe en donde encontrarnos. Nada me quita la idea que ese chofer que nos trajo a Urs y a mí está detrás de esto.
Los cuatro se miraron, la tensión ante la incertidumbre era evidente. Sólo Izambard rompió momentáneamente el silencio.
-Alguien se está tomando demasiadas molestias para hacernos pasar un mal rato.
CONTINUARA
Espero sus comentarios!!!
En la próxima entrega... iremos descubriendo algunas cosas.
Besos!!!
Samantha Katherina*
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